La memoria en el fútbol

El Sevilla destituye a José Luis Mendilibar tras seis meses en el cargo y un milagro en forma de plata


El fútbol tiene poca memoria, muy poca de hecho, y más para un entrenador, que puede pasar de ser el gran héroe de una historia que contaba con todos los fantasmas posibles, una auténtica pesadilla, al villano. Ese es, sin duda, el caso de José Luis Mendilibar que, desde anoche, ha dejado de ser el técnico del Sevilla Fútbol Club.

El técnico que llegaba hace solo unos meses para achicar agua en el Titanic con un cubo de playa y que terminó sacando el barco a flote de la mejor de las maneras. Monchi recurrió a finales del mes de marzo al de Zaldibar con la única misión de mantener la categoría, una lucha a la que no acostumbraba estar el Sevilla, pero en la cual el vasco se mueve como pez en el agua. No tardó en sacar de ese enjambre al cuadro de Nervión. Victorias de mérito en Cádiz, Valencia, Bilbao y Valladolid; y ante su gente frente al Villarreal y Espanyol. La afición echaba cuentas para ganar cuatro partidos y así llegar a los 40 puntos y acabó con 49. Objetivo más que cumplido.

Lo que no se podía esperar nadie es que al sacarlo de su hábitat natural, Mendilibar se dio a conocer ante toda Europa. El mítico Old Trafford fue su bautizo, hizo creer a sus jugadores que, en un partido que al descanso apuntaba a una contundente goleada, esta es su competición y salió del teatro de los sueños con un meritorio 2-2. En Nervión y ante su gente adoptó el lema que lucía en la grada: dueño y señor. Endosó un 3-0 ante todo un Manchester United y se plantaba en semifinales. Confió en unos jugadores en los que nadie creía, a los que la gente veía como “monos de feria”, él los describió en su primera rueda de prensa como “los mejores jugadores con los que había trabajado”. Mente sabia, fútbol de barro, el básico, poner a cada uno en el sitio que mejor rendimiento pueden sacar. Así fue cómo Mendi resucitó a un equipo muerto y enterrado.

Con la permanencia sellada, Mendilibar metió al rey de la competición en la final de Budapest tras derrotar a la Juventus, otro trasatlántico; rivales que solo había visto por la televisión y que derrotó como si toda la vida llevara entrenando en competiciones europeas. La afición se volcó, se afiliaron como Mendilovers y el equipo se lanzó. All-in a la Europa League, podían salvar la temporada cuando el mejor de los resultados esperados iba a ser mantener una categoría. 

Mendi se doctoró en aquella final, venció a Jose Mourinho, The Special One nunca había perdido una final europea y, en la primera que disputó el ex técnico del Eibar, lo derrocó. El entrenador que venía a cumplir una misión se había hecho un hueco en la élite europea. Había levantado a un equipo que aspiraba a pelear por salvarse hasta el final y lo había hecho campeón de Europa.

Teatralidad y engaño, son armas poderosas. Los dirigentes del Sevilla apostaron por renovar a Mendilibar cuando ni ellos mismos tenían el 100% de su confianza depositada en él. Dejaron de lado la opinión de Monchi, como ya hicieran a la hora de contratar a Sampaoli, y se dejaron llevar por el populismo. ¿Cómo ibas a echar al técnico que te acababa de salvar la vida? debieron pensar, cuando la verdadera pregunta que debían hacerse era: ¿Puede Mendilibar llevar un proyecto a largo plazo de un equipo de la magnitud del Sevilla? Monchi se fue, habían vuelto a hacer las cosas sin usar la razón, dejándose llevar por los impulsos de un título que tapaba todos los males de un año entero.

Tampoco ayudaba el hecho de que la economía del club, aún ganando la Europa League y clasificación a Champions League incluida, estaba muy mermada. Mendi se encuentra con 37 jugadores para el comienzo de pretemporada y para el inicio de liga se encontraba con hasta siete jugadores con los que no contaba y tan solo dos fichajes. Tres derrotas en los tres primeros partidos de liga frente a Valencia, Alavés y Girona, cero de nueve y el principio del fin de la historia de Mendilibar en el Sevilla. 

Orta le trae las incorporaciones que pedía el último día de mercado (incluso fuera de él, con la llegada de Sergio Ramos) pero Mendilibar se encuentra con otro problema: la impaciencia. Tanto afición como directiva esperaban tras el parón una conversión del equipo de negro a blanco, el equipo necesitaba más tiempo, un tiempo que tal vez ya no tiene. Dos victorias, cuatro empates y una derrota (en Montjuic frente al Barcelona) son los resultados del equipo hispalense tras el parón del mes de septiembre, con sensaciones dispares y un futuro calendario que no ayuda en absoluto. Señalar a Fernando, perdiendo a las 37' de partido contra el Rayo por 0-2, cavó su tumba. Un día tardaron los dirigentes en destituir al técnico que les salvó la vida, pero en el que nunca confiaron.

Así acabó la historia de José Luis Mendilibar en el Sevilla. Una breve, intensa, con un comienzo esperanzador, un nudo feliz y un desenlace trágico. Mendi ha hecho historia en el Sevilla FC y para eso, el fútbol, y el sevillismo sobre todo, sí tienen memoria.

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